sábado, 19 de enero de 2013

LA VUELTA AL MUNDO EN VESPA EN 79 DIAS

Imaginaros la estampa: España, año 1.962, una Vespa 150 (Dulcinea) decorada por Salvador Dalí (si, si, Dalí, el del bigote "pa´rriba"), dos jóvenes aventureros y un viaje por medio mundo en solo 79 días.
Pues este es un pequeño resumen de la aventura que llevaron a cabo Santiago Guillen y Antonio Veciana y que partió de una idea al salir del cine después de ver "La Vuelta al Mundo en Ochenta Días".
Esta historia la recupera ahora  Raúl Fernández Rincón, cámara y realizador del programa Españoles por el Mundo (TVE), y la ha convertido en un documental - largometraje.
Pues bien os dejo un artículo de "El Confidencial" que me llamó la atención, primero por la historia en si y por la Vespa, pero ademas por una frase de la que os daréis cuenta nada más leerla...




"Hace 50 años -me cuenta Antonio esta tarde gélida de sábado- éramos estudiantes inquietos que estábamos terminando bachillerato en el Instituto de Enseñanza Media de Albacete. Éramos consecuencia de la España que nos tocaba vivir, la del Seat 600, la Vespa y la Montesa; la España de la escasez y de la falta de medios, de la emigración y las dificultades económicas. Una España que necesitaba de la colaboración de todos, de los que estábamos dentro y de los que estaban fuera". Una España en la que fueron pioneros cuando en octubre de 1959, con 17 años, Santiago y Antonio toman la decisión de dar la vuelta al mundo , una aventura que lograrán iniciar dos años y medio después.
"Nos costó muchísimo esfuerzo y fue imprescindible la ayuda de familiares y amigos de Albacete y del Colegio Mayor José Antonio, de Madrid. Teníamos que fraguar kilómetros y atar cabos. La falta de rigor de fechas y horarios en la que llamamos Operación Elcano  -que empezaba por Santiago Apóstol y terminaba por el día de la Virgen del Pilar- podían hacer fracasar el viaje".
"Santiago y yo -prosigue el relato- éramos conscientes del riesgo, de la dificultad del viaje y de la osadía del plazo, pero contábamos con los requisitos imprescindibles para llevarlo a término: Primero, una gran amistad para formar un buen equipo, que fue el mérito oculto del viaje, porque convivir dos personas durante tres meses en dos metros requiere una fe firme en nuestra propia capacidad de hacer y renunciar, una voluntad sólida para conseguir entenderse bien y tener muy cerca el abrazo; y segundo, la ilusión para provocar la ocasión y hacerla realidad. Por último, tener 20 años vividos con intensidad en una época que no era fácil para los españoles en el mundo".
Formar una red cómplice hizo el resto. Vespa S.A., a la vista dela fortaleza que adquiría el asunto, se comprometió a través de su concesionario de Albacete a proporcionarles una Vespa 150 a estrenar, la mencionada Dulcinea –hoy en el museo Piaggio- , y asumió la asistencia técnica y preparación de Santiago y Antonio que, durante mes y medio, revisaron motos que salían con problemas de la cadena de fabricación y debían reparar con el fin de aprender a resolver los problemas que les pudieran surgir durante el viaje.
 Como los costes de los enlaces de avión (Calcuta-San Francisco, Nueva York-Londres) se les escapaban de las manos,consiguieron del mando aéreo americano de la base conjunta de Torrejón la autorización para utilizar aviones de transporte, "pero en mayo del 61, a dos meses de partir, se declaró el bloque de Berlín y el estado de alerta en las bases americanas con la suspensión de vuelos de personal, y nos quedamos compuestos y sin novia. Tuvimos que aplazar el viaje un año".       Al final, fueron los ingleses de la BOAC (British Overseas Airways Corporation) quienes se ofrecieron a facilitarles los pasajes a cambio de citarlos en cuantas entrevistas, publicaciones y el libro que tenían previsto escribir a la vuelta hicieran -"una empresa de comunicación justificódespués que la publicidad blanca que les habíamos hecho valía cinco veces el coste de los billetes"-. La importadora de Omega les regaló relojes y cronómetros que luego sirvieron de estudio a la marca, y la cadena Hilton, por medio del director del hotel que tenía en el madrileño paseo de la Castellana, les prometió ayuda: partieron sin ninguna confirmación y cuando llegaron a Estambul el responsable del Hilton en aquella ciudad les estaba esperando en el control de entrada a la ciudad. "Y así -se ríe Veciana- cientos de anécdotas".
Llegar a Dalí para que pintase su Dulcinea fue una de ellas. "Pero tan sencillo como llamar a Cadaqués y que la operadora, entonces eran así las conferencias, nos pasara con su casa. "¿El secretario del señor Dalí? Somos dos universitarios...". Y al otro lado escuchamos. "Yo soy Dalí, contadme". Y nos dice que le hace mucha ilusión porque él nunca ha pintado una moto y que se la llevemos, que fue otra odisea subirla a aquel peñasco y luego hasta el estudio. "Mejor en el hall, que cuando pinto motos -nos dijo- me tiene que estar viendo un oso". Como se lo cuento. Y allí la dejamos ante un ejemplar disecado de 2,5 metros. Pintó en los cófanos laterales una cruz, una espada, una corona... Así pasamos tres días con el genio".
Pero también las pasaron canutas. El momento más difícil fue entre Kandahar y Kabul cuando se rompió el cárter de la Vespa al ceder el amortiguador trasero por el peso y las carreteras infernales. "Pensamos que se había acabado el viaje, pero tuvimos la suerte de dar con una base de reparación de obras públicas que tenían los americanos y la arreglamos como Dios nos dio a entender hasta la vuelta a Madrid".
En Roma, el Papa Juan XXIII recibió de sus manos una navaja típica de Albacete; en Irán y Afganistán tuvieron que soportar temperaturas de hasta 51 grados; en Singapur y Hong Kong solo estuvieron unas horas, igual que en Tokio y Honolulu; en Chicago tomaron paella en el Club Taurino;causaron sensación en Londres y en Amiens (Francia) visitaron el monumento a Julio Verne, "dedicando una oración a quien con su imaginación había contribuido a despertar la nuestra". El espíritu de hospitalidad de cuantos se encontraron en su periplo mundial cargó las alforjas para el regreso.
"Después nos quedamos tan tranquilos -explica este abogado asesor financiero de empresas, que mantiene abierto despacho profesional en Albacete-. Solo quedaron los recuerdos, la experiencia de que con preparación, esfuerzo y empeño en un objetivo común se puede conseguir todo…, y un libro". Y la afición a la motocicleta. Falta su gran amigo. "Santiago falleció en plena juventud, en 1972, y a mí se me murió medio futuro. Qué verdad que cuando un amigo se va algo se muere en el alma..."
 Pero hoy Antonio -al que encarna el actor Paco Puerta- y Santiago -al que da vida
Juan Carlos Arráez- volverán a rodar juntos por esas carreteras sin fin cuando Fernández Rincón resucite la epopeya con el estreno de La vuelta al mundo en Vespa en 79 días. Una historia que conoció por "un motero muy viajero, Cuco, y que me pareció digna de ser contada para que todos sepan de qué son capaces los españoles cuando se proponen algo. Como ellos lo hicieron es para echarse las manos a la cabeza; pensando en aquella España y el mundo de entonces, con tanta escasez de información, de mapas... Por eso he querido rescatar medio siglo después la conquista de dos grandes amigos tras una idea hecha realidad con constancia y perseverancia. Y ahí está lo más grande, su ejemplo para los perseguidores de sueños: la fuerza de la amistad, el poder de la ilusión y que no hay nada imposible".

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